Dicen los expertos en productividad laboral que las reuniones de trabajo en equipo no deberían durar más de una hora y que, en ellas, deberíamos dedicar al menos unos 5 o 10 minutos al silencio, a pensar, a reflexionar, a crear. Vamos, que hablamos demasiado. Así que tomemos la que muchos ya han etiquetado como frase del año: el enfático "¡Por qué no te callas!" que el Rey de España le espetó al presidente venezolano Hugo Chávez durante una cumbre iberoamericana que debería haber trascendido por sus acuerdos en la lucha contra las desigualdades.
Pongámosla en el contexto de la productividad y la eficacia (y no en el de la educación, la diplomacia callada, el patriotismo, el populismo, las amistades peligrosas o las cumbres borrascosas): En política, en los medios de comunicación y, por extensión, en las tertulias de café (cuando las hay), se habla mucho sin escuchar. No hay diálogo, sólo monólogo. Hay pocos argumentos y mucho convencimiento por aluvión. Por eso, demos la bienvenida al "¡Por qué no te callas!" si eso nos va a permitir unos minutos de silencio, de reflexión, de creatividad, de soluciones, para empezar un diálogo constructivo, lejos de la descalificación constante, la mentira hecha verdad de tanto repetirla, de tanto framing.
El talante y la educación son, por definición, contrarios a la confrontación populista, por lo que nunca encontrarán una mesa de trabajo común. Dialoguemos, busquemos reglas del juego comunes: el mundo bipolar funcionaba en la guerra fría o la colonización, pero no en un mundo global, donde mil millones de personas viajan cada año y ven con sus propios ojos que todo no és blanco y negro, ni bueno ni malo. ¿Cómo no va a aumentar el escepticismo de la ciudadanía y su alejamiento de la política?
Pero claro, las leyes de la mundialización se acaban imponiendo y donde hace décadas hubiese habido una crisi diplomática, hoy se convierte en una separación temporal (¡como la de los Duques de Lugo!) por la presión mediática y del capital. Tiene su lado positivo.
Tampoco quedan grandes figuras políticas que nos hagan disfrutar con el jogo bonito en los congresos de diputados o las cumbres. Sólo alguna filigrana, una croqueta, bicicleta o espaldinha de vez en cuando, que no son suficientes para animar el ruedo democrático. Y si encima tienes un equipo plagado de talento como el Barça pero sus estrellas no juegan conjuntadas, pues eso, te estrellas.
2 comentaris:
Lograr integrar un gran equipo requiere prepararse y ser el/la mejor, pero también saber dialogar,... el día que te sientas estrella, seguro te estrellas.
Lourdes, tienes razón! Eric, me ha encantado el artículo, y además del contenido, me ha gustado esa manera que tienes de enlazar los temas y conceptos y tocar tantos puntos de àreas diversas que en el fondo tienen que ver con lo mismo. Efectivamente, no jugamos en equipo... para mucha gente resulta demasiado difícil escuchar al otro, darle paso, dejar que se exprese, que se luzca, etc... Lo de saber escuchar es lo peor... Yo suelo hablar bastante, lo cual supongo que puede resultar pesado, a veces, para los que tengo delante si lo que digo no es extremadamente importante. Pero últimamente me doy cuenta de que mucha gente que dice saber escuchar y dialogar pasa totalmente de mi cuando le cuento algo, incluso cuando es algo que considero importante... La gente es egoista y sólo piensa en ella... A ver si cambiamos un poco todos!
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